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Carta para un niño de cristal

Redacción: John Edisson Urrego Romero (Docente)

Hace mucho que no escribo una carta. Esta es una buena oportunidad para poder darte un mensaje que espero se pueda eternizar en tu vida y si no, te quede resonando en el corazón. En ocasiones necesitamos una palabra que nos muestre nuevas perspectivas, que nos inspire a empezar o continuar un camino, un gesto sencillo para saber que al final, la vida no es más que un camino de subidas y bajadas donde tenemos una infinidad de experiencias.

 

En estos días escuché la expresión “generación de cristal”. Debo confesar que me llamó la atención por la realidad que puede significar. El cristal me remite a lo frágil, lo delicado, lo quebradizo. Entiendo que puede ser un poco negativo e incluso prejuicioso. Sin embargo, creo que no es más que una etiqueta para querer mostrar un fenómeno en los jóvenes, niños y niñas quienes pareciese que viven un momento de desesperanza, un mundo en el que quizá tú como joven no te identificas, donde la confusión y el cansancio pueden estar jugándote una mala pasada.

 

¡No te preocupes! Lo hemos vivido todos. Y tal vez tú hoy lo puedes sentir; no lo sé. Lo cierto es que en la actualidad, sí existe una fragilidad más notoria y aguda que cuando fui adolescente. En mi época, el bullying era algo que vivíamos en la cotidianidad; burlas por mis defectos físicos, por mi ropa que era barata, porque no era tan simpático como otros, porque era un poco introvertido. Molestábamos por todo y por nada. Nos decíamos muchas cosas, pero lo tomábamos por diversión. No obstante, lo expresábamos, nos burlábamos de nosotros mismos; quizá sabíamos que eso era pasajero, superficial, que se venían muchas cosas por delante y que esa manera de molestar no era más que una forma de construir amistad, de expresar afecto, de sentir al otro cercano. Creo que ese juego hoy en día es delicado. He visto en ti algunas veces tristeza, desánimo; una palabra te alegra, pero otra te hunde en una tristeza profunda. Tu silencio hace más ruido que cualquier bulla o grito desbordado. En realidad, me pregunto qué puede pasar en tu mente. Sé que no estamos en el mejor de los mundos, pero hay muchas cosas para disfrutar fuera del mundo de las redes sociales y la virtualidad.

 

¡Cuánto esperaría que se pudieras compartir un café o un helado con el grupo de amiguitos sin la necesidad de tomarte una selfie, una película sin estar revisando el celular, compartir una buena comida sin tener que tomarle foto solamente para presumir en redes sociales del lugar en el que estás! Me siento inquieto porque realmente no sé cómo mostrarte una nueva realidad, llena de más alegría, más sencillez, de más paz interior con lo pequeño, que es donde nos podemos asombrar. Por eso esta carta, para decirte que siempre hay algo y alguien más allá del momento que vives, sea bueno o malo. Que la tecnología es funcional para lo práctico, pero puede ser peligrosa para tu salud mental, más cuando te sientes solo o sola. Que lo físico nunca podrá ser reemplazado por lo virtual; un abrazo, un beso, una mirada profunda de cariño, una palabra salida de los labios de un ser que queremos o admiramos, inevitablemente serán fundamentales para entender el valor de vivir, de sentir, de soñar.

 

Siempre hemos sido frágiles, siempre hemos sido de cristal. No en vano San Pablo hablaba de llevar tesoros en vasijas de barro. Es una realidad de la que debemos ser conscientes, pero no para escondernos del mundo, ni para lanzarnos a la locura del sin sentido, o a la pereza de dejar que pase un día más sin hacer algo, ni de lanzar culpas a todos los demás victimizándonos. Creo que esa no es la vía. Para mí la vía es darme la oportunidad de soñar y ser valiente para caminar, dejar de victimizarme, decirme que soy cada día mejor, quererme por lo que soy, animarme y luchar por conseguir mis sueños, arriesgarme a vivir y compartir con los que más quiero, enfrentar mis miedos, defender mis ideales y sobretodo buscar darle sentido a mi propia vida.

 

Te dejo solamente una frase de Nietzsche que siempre será la que me impulse en momentos de desesperanza y tristeza cuando no veo salida al túnel: “Dichoso aquel que es capaz de luchar por un por qué sin importar el cómo”. Buen viento y buena mar en la locura de asumir la vida con convicción y libertad.

 

Tu amigo,

 

John Edisson

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La unión de los jovenes

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